Las tarjetas de memoria "flash" son muy comunes en las tecnologías portátiles: en la cámara, el navegador GPS o el móvil, son el almacén de todo aquello que se desea conservar
Eso de que "la mejor mermelada está en el bote más pequeño" también se aplica en las nuevas tecnologías destinadas a la movilidad. Aquello que es verdaderamente importante de una cámara digital (las fotografías), de un navegador GPS (el programa con todos los datos de calles y rutas), de un teléfono móvil (la agenda con los contactos y sus números) o de una agenda PDA (archivos, correos, direcciones...) cabe en los pocos centímetros cuadrados que ocupa una tarjeta de memoria "flash", cuyo grosor apenas supera el par de milímetros.
Pequeñas y resistentes
Regrabables hasta 100.000 veces a diferencia de los discos duros comunes (los dispositivos que guardan los datos en los ordenadores), las tarjetas "flash" no cuenta con componentes móviles, sino que están formadas por una sola pieza de un material semiconductor. Así, pueden ser muy pequeños y no pierden los datos guardados cuando sufren golpes y caídas. Su forma suele ser cuadrada o rectangular y se insertan en una ranura (puerto) que incorporan los aparatos. Los conocidos como "pendrive" o "llaveros USB" no son más que tarjetas "flash" (como las que incorpora las máquinas de fotos) con una conexión USB adosada que permite enchufar este tipo de memoria al ordenador por el ubicuo "puerto serie universal" (USB).
Si se comparan con los discos duros convencionales, las tarjetas de memoria "flash" son caras, pues la relación entre su precio y su capacidad de almacenamiento es muy superior. La ventaja de las tarjetas reside en que ocupan muy poco y pesan todavía menos, lo que las hace ideales para aparatos pequeños que se llevan continuamente encima. Además, como no están compuestas por partes móviles se pueden zarandear tanto como se quiera sin que afecte a su desempeño (la aguja de un disco duro balanceado al ritmo de una sesión de footing podría acabar por dañar el equipo).
La empresa Intel, la misma que inventó las EPROM, consiguió fabricar una tarjeta de memoria en la que las celdas actuaban diferenciadamente las unas de las otras, lo que les permitía realizar varias operaciones de almacenamiento simultáneamente. Este tipo de tarjetas se denominaron EEPROM, y también podían ser borradas y vueltas a grabar sin necesidad de pasar por los rayos ultravioleta. Las actuales tarjetas de memoría "flash" son una derivación de las EEPROM y por tanto conservan sus características principales: rapidez de ejecución y capacidad para ser regrabadas. Aun así, las tarjetas se pueden regrabar un número de veces limitado, que se situaría en torno a las 100.000 operaciones de almacenamiento, suficiente para un uso convencional.Las tarjetas se dividen en microscópicas celdas que acumulan los electrones a diferentes voltajes cuando pasa la electricidad por ellas, configurando así un mapa de diferencias de carga eléctrica. Este mapa es la manera en que la tarjeta guarda los datos que recibe del dispositivo portátil, ya sean fotografías, documentos, vídeos, etcétera. A las tarjetas de memoria "flash" se las denomina "no volátiles" porque conservan los datos cuando se las desconecta del flujo eléctrico. Las primeras tarjetas "no volátiles" se inventaron en 1971 y se conocían como EPROM ("Erasable Programmable Read-Only Memory"). Es decir, memorias de sólo lectura, programables y borrables. Las EPROM no perdían los datos si se suspendía el flujo eléctrico, pero para volver a grabar se debían borrar mediante rayos ultravioleta. En fin, era imposible grabar con la ductilidad que permiten las actuales.
Las tarjetas de memoria "flash" pueden almacenar desde 8 Megabytes hasta 128 Gigabytes de datos (documentos de texto, música, películas, programas...), dependiendo de las marcas y tipos. Dentro de esta variedad, lo normal es usar tarjetas con capacidad para guardar entre 256 Megabytes y 2 Gigabytes. El precio variará en función de la capacidad de almacenamiento, pero también dependerá de otro factor: la velocidad de transferencia de datos (medida en Megabytes por segundo o por un número seguido por una "x"). La velocidad de transferencia es importante en algunos equipos (como cámaras fotográficas de muy alta resolución -en el resto es suficiente con una velocidad cercana a 40x, lo que equivale a 4 Megabytes por segundo-) porque permitirá al aparato guardar o borrar los datos con rapidez y trabajar con más eficacia.
En el mercado se pueden adquirir tarjetas con elevada capacidad de almacenamiento y buena velocidad de transferencia a precios asequibles. Así, por 72 euros se puede conseguir una tarjeta de un Gigabyte de capacidad y 11 Megabytes por segundo de escritura (73x). A partir de ahí el precio se dispara: existen tarjetas de 2 Gigabytes de capacidad y 12 Megabytes por segundo (80x) de velocidad de escritura cuyo precio supera los 150 euros.